Una historia de Juan y Moises
Opinion

Una historia de Juan y Moisés

Un amigo en Arizona, cuyo nombre completo no tengo autoridad para revelar, y que aquí identificaré solamente por sus iniciales. H.V. captura mi imaginación con una historia fabulada con base bíblica. Nuestra conversación giraba alrededor de mi insistencia por describir la circunstancia excepcional alrededor del presidente (E) de Venezuela, Juan Guaidó, y su país, nuestra Venezuela, como una singularidad histórica. Un evento casi único en el cual el camino de la liberación de un pueblo parece estar imbricado, como una urdimbre inextricable, con el de un dirigente surgido inesperadamente.

Para alguien como yo, crecido a mitad de camino entre la ciencia y la política, resulta un poco accidentada la ruta mágico-religiosa de los hombres con misiones más allá del hecho político y la historia. Intentando yo mismo convencerme de que no era un hecho único, pensamos en los nombres de Gandhi y la independencia de India, Churchill y la batalla contra los nazis, Bolívar y la independencia de Hispanoamérica. Pero es H.V. quien tiene la iluminación de pensar en Moisés y la liberación de los judíos de la esclavitud del Faraón en Egipto.

Independientemente de lo que uno crea desde su propia perspectiva de pensamiento, las analogías son poderosas, así que voy a compartir esta con la gente que me lee. El nombre Moisés proviene del hebreo «??????» (moseh), el cual puede ser interpretado etimológicamente como “salvado de las aguas”, y que está estrechamente relacionado a la historia bíblica en la que la hija del faraón rescata a Moisés del río y lo cría como miembro de la familia real egipcia. Primera analogía: Juan se salva también de las aguas, en verdad del deslave que azotó al estado Vargas, quizás como anuncio de lo que se avecinaba en Venezuela con el triunfo del chavismo.

Ayer me tomé la tarde para leer nuevamente Éxodo, el segundo de los cinco libros del Pentateuco que la tradición judeo-cristiana le atribuye a Moisés. El conjunto de estos primeros libros de la Biblia, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, conforman la Torá o Ley. Éxodo narra la liberación de Israel en Egipto después de 400 años de esclavitud, y la conversión de Moisés de un hombre relativamente corriente en un líder y profeta de su pueblo. Los diálogos entre Moisés y Jehová, donde Dios intenta convencerlo de que sus limitaciones de oratoria y conducta no serían obstáculos para el cumplimiento de su misión, son conmovedores. Segunda analogía: Juan era también un desconocido para su pueblo y su elección como presidente de la AN fue una sorpresa. Más aún lo fue su conversión en un fenómeno comunicacional y político más allá de las circunstancias de su selección en el interior de su partido Voluntad Popular. Queda a la preferencia de cada uno decidir quién realmente escogió a Juan y si el nuestro posee el equivalente de la vara de Moisés, una suerte de báculo que le fuera entregada por Jehová y que se transformaba en serpiente para convencer a los incrédulos del poder sin límites de Dios.

Tercera analogía: Entre el Faraón egipcio y el Usurpador criollo, el primero mantenía esclavizados a los judíos, el segundo pretende esclavizar a su propio pueblo y entregarlo al dominio de cubanos, rusos, narcotraficantes y terroristas de diversa factura. Es precisamente la comprensión de esta importante analogía, más apropiadamente una alegoría, entre la condición de esclavitud de ambos pueblos, el judío y el venezolano, uno de los aspectos más importantes de nuestra expedición en los registros históricos del Pentateuco.

Especialmente reveladora y llena de sorpresas en cuanto a su lectura, es la parte de Éxodo referida a las 10 Plagas que fueron enviadas por Jehová sobre Faraón y su pueblo, porque el rey se negaba a permitir la salida y liberación del esclavizado pueblo judío. En mágico detalle se describen las 10 Plagas: La plaga de sangre; la plaga de ranas; la plaga de piojos; la plaga de moscas; la plaga en el ganado; la plaga de úlceras; la plaga de granizo; la plaga de langostas; la plaga de tinieblas y, finalmente, el décimo y más terrible castigo: la plaga de la muerte de los primogénitos egipcios, incluido el hijo de Faraón.

En la consideración de la analogía entre Juan y Moisés con el tema de las plagas, aparecen dos rutas interpretativas divergentes. En una, el equivalente de las plagas bíblicas son las sanciones del mundo civilizado contra el Usurpador y su régimen. En esta versión, si la usurpación no cesa se van incrementando los castigos, hasta la amenaza de una intervención militar y la salida de los usurpadores. Una diferencia importante: en la Biblia, Jehová protege a su pueblo de las plagas, que solamente afectan a los egipcios. En Venezuela las sanciones no solamente afectan a los usurpadores, pero no porque su influencia se propague directamente al pueblo, sino porque los bandidos buscan nuevas y sofisticadas formas de evadirlas, como el caso del asalto a las reservas de oro de la nación. Podría también afirmarse que en materia de plagas, no hay nada que supere al régimen y su acción devastadora sobre la nación, cuyas últimas expresiones son la plaga del agua; la plaga de la energía; la plaga de las medicinas y la plaga de la muerte. Plagas impuestas por los usurpadores, a la medida del proyecto de control social por la vía del miedo y el hambre que el régimen tiene 20 años avanzando.

Aquí surge una trascendente divergencia entre el liderazgo de Juan y el de Moisés y la relación con sus pueblos. Mientras Moisés se enfrentaba a un pueblo incrédulo, que a ratos prefería mantener su condición de esclavitud, Juan ha despertado una esperanza en un pueblo que reclamaba una conducta unitaria de la oposición y un liderazgo anclado en la realidad. La tríada: Cese a la usurpación + Gobierno de transición + Elecciones libres, se ha convertido en un mantra poderoso que ha unido a la nación y al mundo civilizado en apoyo al presidente encargado. En verdad, la más importante amenaza que se cierne sobre el futuro de los usurpadores es la voluntad del pueblo venezolano de salir del hueco histórico en que el chavismo ha hundido a Venezuela. Es decir, una amenaza sobre el reino del mal de la usurpación que proviene de la voluntad de humanos, no de Dios, que han decidido tomar su destino en sus manos y desprenderse de quienes los esclavizan.

Juan ha tomado un paso muy importante en llamar a los venezolanos a la desobediencia civil. Si este es el mecanismo final que terminará por ejercer la presión última sobre el régimen, conjuntamente con las sanciones y la amenaza creíble internacional de invocar el Principio de la Responsabilidad de Proteger, para que el Usurpador acepte ir a un proceso electoral con garantías y supervisión internacional, como lo han señalado correctamente Pepe Mujica y Henrique Capriles, a pesar de la ejecución pública en las redes sociales, está por verse. Como le ocurrió a Faraón, el Usurpador, no aceptará salida negociada si no está enfrentado a su destrucción. Esto es lo que Capriles y Mujica deben articular en un discurso creíble si pretenden enfrentar a la jauría de los “influencers” de las redes sociales

Los judíos celebran la liberación de la esclavitud en Egipto y el éxodo a la tierra prometida en la Pascua, que este año comienza en la tarde del viernes 19 de abril y concluye en la tarde del sábado 27 de abril. Quizás otra coincidencia inesperada, esta vez de fechas, entre los ciclos vitales de Juan y Moisés y sus pueblos.

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