Aventuras de Perfectus Detritus en el mundo opositor venezolano
Un episodio magistral e inolvidable de la serie de historietas Asterix y Obelix es el titulado “La Cizaña”. En el mismo un personaje de apariencia repugnante y simple, Perfectus Detritus, despliega habilidades excepcionales para sembrar discordia entre los galos, defensores del último reducto de resistencia contra la ocupación romana y se convierte en la peligrosa arma secreta de los invasores. Perfectus Detritus es reclutado por el emperador romano basado en sus notables habilidades probadas tanto entre humanos como entre animales: se rumoreaba que habiendo sido condenado a perecer devorado por leones, el más grande de los cizañeros había conseguido que las bestias de aniquilaran entre ellas y había sobrevivido.
Reflexionando sobre cómo describir el estado actual de la oposición venezolana, o resistencia democrática como prefiero denominarla, me vino a la memoria de modo espontáneo el episodio de Asterix y Obelix, un clásico de mi adolescencia que mi hijo heredó integralmente. Es como si nuestro liderazgo opositor estuviera literalmente poseído por un espíritu de discordia, irrespeto al compañero de luchas, y desconfianza que en la práctica facilita al infinito la tarea del régimen de controlar a los venezolanos a través del hambre y el miedo. La división de la oposición es tan trágicamente perniciosa que nos ha llevado a una dramática situación de minusvalía interna y externa. Uno escucha a los amigos de Venezuela preguntarse con frecuencia: ¿cómo pretenden los venezolanos que se les ayude si son incapaces de ponerse de acuerdo entre ellos acerca de cómo enfrentar al régimen de Maduro?
Creo que es posible afirmar con relativa certeza que Perfectus Detritus no es un personaje real, de carne y hueso, parece ser más bien una presencia maligna, un virus que corroe los espíritus opositores y los ciega a una realidad ineludible: no hay ninguna posibilidad de enfrentar al régimen de Maduro sin unidad de acción y propósito en las fuerzas que lo adversan. Nos necesitamos todos y cada uno tiene un rol que jugar en la recuperación de la libertad y la democracia para Venezuela.
Pero frente a la exigencia vital, urgente, de unidad estratégica de la oposición, nos encontramos no solamente con la acción de los personajes públicos, sino con una versión popular de la puesta en escena del sainete trágico de la fractura interna al que me he referido en varias oportunidades como el Juego de mi Güevón Favorito. Reúna usted en una mesa, en casi cualquier lugar del mundo, a un grupo de venezolanos e indague la opinión individual de los presentes sobre los dirigentes opositores. El resultado será, con una frecuencia pasmosa, que cada uno de los jugadores mencionará a un dirigente y acto seguido afirmará: ese, o sea, por lo de la igualdad de género, es un/una güevón/güevona. La entidad maligna de Perfectus Detritus no solamente gravita sobre la conducta del liderazgo sino sobre la del ciudadano de a pie.
Uno de los escenarios más perversos de la acción subliminal de Perfectus Detritus son las redes sociales. Allí la protección que proporciona la entidad colectivo de la personalidad digital le permite a los usuarios la práctica alternativa de la ejecución o la exaltación de los miembros de la oposición. Héroe hoy, traidor mañana, pasado mañana no se sabe. Las redes se han transformado en un mecanismo extraordinariamente complejo que desafía cualquier teoría de la comunicación social, y en ellas coexisten una cantidad abrumadora de información con la ignorancia y la irresponsabilidad colectivas. En ellas el virus de Perfectus Detritus se expande sin límites, ayudado con frecuencia por bots y por la siembra de fake news de los aliados del régimen, especialmente los cubanos, que los opositores toman como verdades irrefutables en fracciones de segundo
El último episodio de la acción de Perfectus Detritus fue el haber transformado una posición estratégica de ventaja de la oposición, alcanzada por un esfuerzo colectivo alrededor de la presidencia encargada de Juan Guaidó, en una situación de peligrosa debilidad que nos puede llevar a un escenario de mayor represión y afianzamiento del régimen. La imposibilidad de llegar a un acuerdo unitario o bien sobre la participación masiva en las elecciones o en la Consulta Popular nos ha dejado en una precariedad política considerable, un accionar del cual son responsables tanto los partidos como las organizaciones de la sociedad civil, que se presentan como alternativa a la conducta divisionista de los partidos, y, en la práctica reproducen sus vicios. Lo más lamentable del caso es que hay mucha gente que ha arriesgado su vida y su seguridad por defender la causa de Venezuela, en Venezuela hay líderes excepcionales y valientes en el mundo político y de la sociedad civil, no poseídos por el virus de la división. Hay héroes civiles que han mantenido al país funcionando. Pero toso ese esfuerzo trascendente y que necesario reconocer no ha podido contrarrestar una suerte de conducta suicida colectiva de la resistencia.
¿Cómo derrotar al Perfectus Detritus que pone a la resistencia de espaldas al pueblo? No hay ninguna respuesta mágica para eso. Y tampoco explicaciones racionales de porque conspiramos contra nosotros mismos y le hacemos más sencilla la tarea al régimen destructor de nuestra nación, pero es nuestra tarea colectiva, y especialmente la tarea del liderazgo político, el transcender la lamentable carencia de unidad que debilita nuestro espíritu y nuestra acción contra el régimen. No hay ninguna alternativa a eso, así que no nos queda más remedio que aprenderlo a hacer.