Opinion

El voto como acto de rebelión ciudadana

Nuestra Constitución contiene prescripciones específicas y muy amplias acerca de lo que nos corresponde hacer para restablecer su vigencia. Uno de los instrumentos con mayor potencial para ejercer la desobediencia ciudadana y contribuir a debilitar a un régimen autoritario como el que controla el gobierno de facto en Venezuela, precisamente por constituir uno de los elementos centrales de la ciudadanía, es el voto. Esta afirmación puede resultar paradójica, porque con frecuencia se equipara el votar con una conducta de mansedumbre y sumisión frente al régimen, como si al votar se actuara como tontos útiles que simplemente legitiman al gobierno de facto frente a nuestra propia gente y a la comunidad internacional. Nada más lejos de la verdad.

Nuestra propia historia y las de otras naciones que han enfrentado tiranías, como los casos del Chile de Pinochet y la Serbia de Milosevic, ilustran con toda claridad que cuando se conjugan tres factores claves en un liderazgo confiable: unidad, visión y una estrategia compartida, es posible remontar condiciones límites de represión e inferioridad frente al control de la fuerza armada y los medios de comunicación que ejercen regímenes autoritarios como el venezolano. Por supuesto, que el valor del voto en una democracia funcional está lejos de toda duda, pero es precisamente cuando la tiranía pretende desconocer la voluntad del pueblo y manipular las elecciones, que la importancia del voto en debilitar al régimen y minar sus bases nacionales e internacionales se magnifica.

Cualquier discusión sobre el tema del voto en Venezuela debe tener como elemento central el hecho contundente y brutal, denunciado de manera vehemente por Andrés Caleca y la organización Súmate, de que unos 10 millones de venezolanos, aproximadamente un 40% del actual padrón electoral, quedarían privados del derecho al voto, si no se hace nada para corregir esta situación inaceptable. Ello incluye a los venezolanos en Venezuela que, o han cambiado su residencia o no están inscritos en el Registro Electoral, y también a los venezolanos residentes en el resto del mundo. Este último grupo, al que muchos se refieren como la diáspora, pero que forman una parte integral del pueblo venezolano, está constituido por unos siete millones de personas en situación de refugio, exilio, asilo o de emigración forzosa o voluntaria. La existencia de este colectivo, de los cuales menos de ciento cincuenta mil personas están actualmente en condiciones de votar, no puede, bajo ninguna circunstancia, ser ignorada. Los derechos ciudadanos de los venezolanos en el mundo no pueden, ni deben, ser negociados, ni por el régimen ni por ningún sector de la oposición.

Un grupo de venezolanos hemos avanzado en la constitución de una plataforma que hemos denominado Movimiento Ciudadano Venezolano en el Mundo, cuya misión fundamental es la defensa de los derechos ciudadanos de los venezolanos, algo que va mucho más allá del voto, independientemente de donde se encuentren residenciados ni de su status legal en los países de acogida. Sin pretender comprometer al resto de los integrantes del Grupo Promotor del MCVM, quiero adelantar algunos criterios sobre el asunto crucial del voto y las anunciadas primarias de un sector de la oposición.

El usar el voto como un ejercicio de rebeldía ciudadana puede extenderse a eventos de consulta como las primarias planteadas por la Plataforma Unitaria Democrática de Venezuela (PUDV) y otros actores políticos y de la sociedad civil. En un reciente y muy esperado comunicado de la PUDV se explicitan algunas condiciones sobre el tema de las primarias y la selección de una Comisión Nacional que tendría a su cargo la organización del evento. Al respecto, y con todo el respeto debido a una organización que incluye en buena medida a venezolanos muy respetables y a todos los factores que apoyan al interinato del presidente encargado Juan Guaidó, debo expresar mi decepción por el contenido de este comunicado. En el mismo no se menciona de manera alguna el tema de la participación de los venezolanos en el mundo, algo que ha sido descartado por algunos dirigentes con el peregrino argumento de que no se deben sembrar falsas expectativas porque es un hecho que el CNE no puede resolver el problema de inscribir a los venezolanos que viven en el exterior. Es decir, ¿Para qué ofrecer participación en las primarias si luego no se podrá participar en las elecciones presidenciales de 2024?. Estoy convencido de que no todos los dirigentes de la PUDV comparten este absurdo argumento, pero creo también que deberían expresar con mucha firmeza su disposición a luchar por los derechos de los venezolanos en el mundo, y no lo han hecho con claridad.

Por otro lado, el comunicado no enfatiza en modo alguno que las primarias se pueden convertir en un acto de rebeldía cívica y ciudadana y el valor del voto, incluido el voto en las primarias, para socavar las bases del régimen. Todo parece indicar que nos aproximamos a unas primarias escuálidas, valga el uso del chavi-lenguage, que no lograrán despertar el entusiasmo de la población y que en verdad pueden simplemente conducir a designar un candidato de oposición que no tiene ninguna posibilidad de enfrentarse a Maduro, quien, increíblemente, podría ganar las elecciones con sus tres y medio millones de votos cautivos, sin hacer ninguna otra trampa adicional a las que ya el régimen ha adelantado. Un panorama sombrío, sin dudas. Pero esto no tiene porqué ser así.

Las primarias pueden ser el primer episodio de un acto de desobediencia ciudadana sí se ejecutan bajo un liderazgo y en un proceso que inspiren confianza a la ciudadanía. Después de un enjundioso análisis, el cual no es puramente de mi autoría, hemos identificado los siguientes requisitos capitales:

1. Los candidatos participantes deben reconocer al candidato ganador y suscribir un Acuerdo de Gobernabilidad. Un análogo del Pacto de Punto Pijo en términos actualizados.

2. Las primarias deben ejecutarse fuera de la tutoría del CNE. Si el organismo electoral accede a poner a disposición del proceso su plataforma tecnológica y de registro como mecanismo de verificación, bienvenido. Pero las primarias deben ejecutarse en una plataforma independiente.

3. Debe instrumentarse una segunda vuelta que permita la más amplia participación de todos los sectores políticos y de la sociedad civil en la primera vuelta.

4. En las primarias deben poder votar todos los ciudadanos venezolanos en el mundo bajo una plataforma tecnológica confiable.

5. Los costos de todo este proceso deben ser asumidos por un Fondo de Participación Ciudadana, donde se solicite de cada patriota venezolano una contribución modesta para atender los gastos sin tener que recurrir a individuos y corporaciones poderosas que luego pretenderán imponer sus condiciones. El aporte de millones de ciudadanos para proteger sus derechos es una fuente de recursos inmensa si se administra con confiabilidad y buen juicio.

Atender estos cinco puntos, es posible técnicamente, pero requiere de una voluntad política que debe poner los intereses de Venezuela sobre los de cualquier parcialidad. He ahí el verdadero reto.

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